Una de las características más singulares de los cuidados paliativos pediátricos es que, a diferencia de la mayoría de los adultos, los niños todavía no han alcanzado la madurez física, social, emocional, cognitiva o espiritual. A medida que maduran, su comprensión de los conceptos y las situaciones, sus habilidades y capacidades se encuentran en un estado de constante cambio y modificación. A esta anomalía debemos agregarle el inalienable derecho de todo niño a continuar instruyéndose, cuando sea posible, y a tener las oportunidades habituales de socializar y jugar, por lo cual se torna inmediatamente evidente que la comprensión del desarrollo infantil y la importancia del juego es fundamental para brindar cuidados paliativos pediátricos de calidad.